Los debates necesitan de buena voluntad y ciertos acuerdos para que el diálogo se dé en unos mínimos comunes; lo contrario es ruido y orgullo plateado. Así, la Academia de la Lengua nos puede ayudar a establecer un terreno neutral. Vayamos con ello: dícese de la «agresividad» la tendencia a actuar violentamente. Violencia. La de aquel que se deja llevar por la ira empleando la fuerza. Empero, el lenguaje es flexible y permite la danza de la metáfora, que no por ser danza deja escapar el tono, la intención o la tendencia. Si para tildar un debate empleamos la metáfora de la agresividad no lo hacemos desde la neutralidad del impertérrito cronista, sino desde la interpretación subjetiva del que ha sido impresionado por lo acaecido.
Dice Borja Pino en su relato de la final de la reciente Liga de Debate entre alumnos de 1º de bachillerato de Gijón («El poder de la dialéctica juvenil hace temblar el Teatro Jovellanos») lo siguiente: «Lo que no varió fue el estilo de los primeros (IES Mata Jove), incisivo y combativo hasta rozar la agresividad». No deja de sorprender tamaña expresión: rozar la agresividad. No será a la fuerza física a lo que se refiere, pues no hubo nada en asomo parecido, así que se ha de tratar de una danza, un requiebro literario, una licencia estilística para indicar… ¿el qué? Un servidor, que no solo estuvo en el debate, sino que fue parte implicada en el equipo del Mata
Jove, no pena al repasar los hechos en busca del núcleo de la metáfora. En la introducción Sofía desplegó una dulzura y verbo envidiables para establecer el marco del debate y las definiciones básicas (¿qué es un influencer? ¿Qué es influenciar?). Andrés mostró y comentó incisiva y teatralmente las distintas leyes que ejercen de muros de contención democrática contra los malos usos de los contenidos generados por estas figuras digitales (¿acaso Borja Pino, al escribir «se limitaron a esgrimir las distintas leyes y normativas», sugiere que son poca cosa?). Nada con tintes agresivos por el momento. En la conclusión Carolina se fajó al recordar por qué según su
criterio la oposición no se había desempeñado con solvencia y en cambio ellos habían vencido. Nada extraño. Quedan, claro, las interpelaciones y el turno de Vanessa. Si nada hubo antes, algo tiene que haber aquí.
Repasemos: en su pregunta, Vanessa incidió en que los argumentos de la oposición no habían sido capaces de demostrar que los males del mundo se debieran a los influencers y no, en cambio, que los influencers sean el efecto de los males del mundo. Terrible dialéctica. Pero añade: «en ese discurso que nos han leído…». Ciertamente, ella señala que ha habido discursos leídos. ¿Es esto agresivo? Su tono es contundente, sin duda, porque ella no duda y su lengua es afilada. En las preguntas que lanza a las intervenciones de sus rivales se hace grande y recuerda que ella se ha leído las leyes, pero no contenta lanza un gancho de derecha: «¿y tú las has
leído?». He dicho «gancho de derecha», pero entenderán que es una danza literaria. Su fuerza está en su preparación, no en su bíceps. Las leyes nos protegen, parece decir, así que si alguien va a confrontarlo debería conocerlas; en caso contrario, mejor guardar silencio. Contundente, claro, pero ¿agresivo? Mucho habría que forzar la metáfora, tanto que si fuese un danzante se caería por falta de equilibrio.
He reservado su intervención de tres minutos para el final. Y dejo constancia en estas líneas de lo admirables que fueron esos tres minutos; lo mejor de la mañana, no me cabe duda. Empezó sentada en el borde mismo del escenario, a puerta gayola, y desde ahí, recordando que se trataba de un teatro, desplegó una maravilla oratoria. En forma y contenido devoró todo atisbo de duda: ella era la fuerza gravitacional del evento. Pausas, tono, movimiento, silencios… Ya quisieran los adultos desenvolverse de esa manera. Y su contenido: la injusticia epistémica. Concepto propio de filosofía política que viene a desenredar una realidad que aplicada al debate vendría a comprimirse así: solo se puede combatir aquello que se puede nombrar y solo se puede nombrar aquello que se puede conocer; es por esta razón que los influencers tienen una utilidad pública reseñable: dar visibilidad a problemas reales pero mayormente desconocidos. ¿Complicado? Puede ser, pero la manera en que lo ejemplificó con su compañera, también sentada al borde del escenario y con los ojos tapados hasta que teatralmente hubo llegado a cuenta de su padecimiento, se hizo más fácilmente digerible. No obstante, la injusticia epistémica se desenvuelve en dos caminos: uno es el hermenéutico, que es el que esgrimió Vanessa, y otro es el testimonial, que viene a ser aquel en el que se hace de menos la palabra de alguien por su raza, sexo, género, clase o cualesquiera otras características. En efecto, se comete esta injusticia cuando se empequeñece el buen hacer de una persona por factores ajenos a su mero desempeño.
Sorprende, por tanto, que Borja Pino olvide esta última e ineludible intervención en su relato cuando sentencia «ante todo lo anterior, poco pudieron hacer los de Mata Jove, que se limitaron a esgrimir las distintas leyes y normativas que, en teoría, impiden una conducta ilícita por parte de los influencers, y que trataron de esquivar con artificios las preguntas de sus enemigos sobre los frecuentes quebrantamientos». Pareciera que se hubiera ausentado durante esos tres minutos. Por su parte, Vanessa concluyó su intervención afirmando que no podía conceder más preguntas a la oposición puesto que se le agotaba el tiempo, pero que esperaba que en sus conclusiones presentasen algo en lo que hubiera fallado… «en caso de que lo encontréis». Último látigo. Terminante, tajante, rotunda, categórica, provocadora… Sin duda ella no es dócil ni mansa ni sumisa; no es una doncella a la espera de un príncipe. No retrocede ni evade combate oratorio alguno y rara vez sale trasquilada. ¿Agresiva? No parece el mejor descriptor. ¿Brava? Suena mejor. ¿Por qué recordar una supuesta agresividad y no su extraordinaria destreza? Supongo que en eso consiste la injusticia.
Contestación al artículo disponible en MIGIJÓN.
Marisol dice
Soy Marisol la mama de Vanessa Pérez González 1 Bach la Liga de debates,gracias por la entrega que habeis dedicado a ella y a mí desde que nos unimos a vosotros veníamos de un sitio oscuro y lleno de maldad y lo nos abristis una ventana por donde salir y ver la luz, gracias a todos los profesores q durante estos años os volcasteis en ayudar a Vanessa y haber echo que sacará por fin lo que llevaba escondido, gracias Adrián Alonso ás echo que Vanessa sacará todo lo que llevaba dentro como ella sabe debatiendo le ás dado una buena motivación para seguir luchando por lo que cree apesar que Aya gente que se interpongan o intenten manchar su imagen por desgracia es una realidad que nunca se podrá cambiar, pero se que Vanessa seguirá luchando para que se le oiga y yo iré de su mano como siempre porque es una niña q merece todo lo mejor, Susana profe de gimnasia gracias también por ayudarla y comprenderla, y a todos su profesores de 1 bachillerato porque habeis hecho que este curso se sintiera feliz y muy motivada solo puedo dar las gracias ay pocos colegios donde el trato de padres y alumnos con el centro pueda ser tan cordial. Por lo menos en mi caso.
Por último aunque se que ya no imparte clases y no tuve la oportunidad de decírselo personalmente pedir que le trasladen de mi parte mil gracias por ser otro de los mentores de Vanessa su profesor de latín jose Antonio Valdes,quien dejó una huella muy grande en Vanessa gracias por cuidarla y animala a seguir alante con su sueños espero que el día mañana puedan Adrián Alonso y José Antonio Valdes estar orgullosos de esa niña que vino entre tinieblas y la convertitis en estrella mil gracias